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LA HERMANDAD DEL
PRENDIMIENTO |
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(Por Francisco de Borja y
Beltrán – Libro Pregón de 1.949) |
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El isocronismo de los desfiles procesionales de la
Semana Santa vivariense, hace tinos años fue cerrado
al quedar constituida la entusiasta Cofradía del
Santísimo Cristo de la Piedad, integrada por
comerciantes e industriales, que enriquecieron
aquéllos con el Paso admirable de su advocación.
El grupo escultórico de la Piedad, obra del insigne
imaginero compostelano Sr. Rivas, al desfilar por
las rúas vivarienses en medio de sus encapuchados
cofrades, rompió el tedio de otros sectores de la
vicia local que veían desgranar los años sin lograr
aunar esfuerzos y voluntades para abrillantar los
Pasos de la Semana Santa que las. legendarias
Cofradías y los antiguos Gremios nos habían legado.
Y así, hace tan sólo un par de años, surgió pujante
la Hermandad del Prendimiento, formada por
estudiantes y empleados, como filial de aquella
Cofradía del Stmo. Cristo de la Piedad.
Buscadas con laudable afán las necesarias
aportaciones económicas, un nuevo Paso, el de la
Prisión del Señor, acrecentó el acervo de imágenes
de la Semana Santa vivariense. Las cuatro figuras
que integran este admirado grupo: el Maestro, Judas
en el momento de su sacrílego beso, un Centurión y
un representante de la plebe deicida, son obra del
renombrado artista Sr. Rivas, y de un verismo tan
acusado que poderosamente llaman la atención.
Bien por los estudiantes y empleados vivarienses,
que han sabido comprender las pulsaciones de sus
corazones cristianos para ofrecernos la belleza de
este desfile procesional, y ojalá que sus
entusiastas desvelos se vean secundados por otros
grupos de vivarienses, tales como el de marineros y
pescadores, que organizándose en Cofradía o
Hermandad, ofrenden a Vivero la flor de un nuevo
Paso en la conmemoración de la Semana Mayor.
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Artículo publicado en el LibroPregón del año 2004 |
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Paso a paso
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Atrás
quedaron aquellas procesiones de Jueves Santo, en las que la
traición de Judas a Nuestro Señor Jesucristo recorría, sobre
ruedas, las calles empedradas de Viveiro bajo la atenta y
reprochante mirada de los ciudadanos.
Atrás quedó aquel lento caminar del paso, lento y solitario,
síntesis del boato de nuestra Semana Santa. Como atrás
quedaron también los desfiles ajenos al redoble del tambor .
En medio de las tinieblas que envolvían el Lugar de
Getsemaní y bajo el haz de luz de una antorcha, aquel
discípulo traidor, impulsado por la avaricia, evita el cruce
de miradas con su Maestro y le besa en la mejilla derecha,
como señal pactada con los príncipes de los sacerdotes y de
los ancianos del pueblo. Jesús, conocedor de lo que estaba
ocurriendo, permanece erguido e impasible y se dirige a sus
discípulos advirtiéndoles que depongan sus espadas, que las
Sagradas Escrituras han de cumplirse. Momento en el que un
sayón se adelanta y lo prende por el brazo izquierdo, bajo
las órdenes de un centurión.
Al ver Judas cómo su Maestro era condenado se arrepintió y
devolvió las treinta monedas de plata al Sanedrín, pagó el
error de su vida colgándose de una higuera. Asimismo se
cumplían las predicciones de Jesús “Todos vosotros os
escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está:
Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas de la manada”.
Pedro lo negó por tres veces.
Y hoy esta escena sigue recorriendo las calles de Viveiro
sobre unos nobles maderos que un día fueron tallados por el
artista Juan Fernández Rivera. El castaño, la caoba y el
pino se funden para crear un contraste armonioso de colorido
y una soberbia estructura que portan los llevadores, fieles
a la tradición y orgullosos de su esfuerzo. Con la sobriedad
que los caracteriza, paso lento y corto, entran en la Plaza
Mayor creando un halo de belleza y majestuosidad. Una
simetría perfecta formada por los sesenta y cuatro
portadores engalanados con sus rasos rojos que resplandecen
bajo la luz de los hachones en su paso por el cantón.
Por las angostas calles, hoy, el “Beso de Judas” va
acompañado por el sonido del tambor que hace eco en las
firmes y antiguas piedras, en muchas ocasiones mojadas por
las gotas de lluvia. El continuo redoble traspasa las
murallas anunciando el paso de la traición, como también
había sido anunciada en su día.
Desde el marco incomparable de la Puerta de Carlos V, bajo
la oscuridad de la noche, se divisa el acompañamiento
procesional: el “Ecce-Homo” o “Corazón de Jesús” de la
cofradía “O Nazareno dos de Fóra” y flanqueando el desfile,
la “Virgen de los Dolores” de la parroquia de Santiago, que
otorga solemnidad al conjunto.
Se acerca la medianoche y es el momento en el que Pedro
niega a Jesús por tres veces antes del canto del gallo. La
representación de este momento cubriría un vacío que haría
resaltar, todavía más, la procesión de “El Prendimiento”.
Así, paso a paso, con la ayuda de todos podremos alcanzar un
mayor esplendor de nuestra Semana Santa.
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Artículo publicado en
el Libro Pregón del año 2005 |
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Sala
de exposición para “El Beso de Judas”. |
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Nuestra
Hermandad, en su afán de mejorar año a año, ha logrado uno
de los retos más importantes que tenía la actual directiva.
Con el paso de los años se estudió la posibilidad de que la
imagen de “El Beso de Judas”, obra del maestro compostelano
José Rivás, que tanto contribuyó al engrandecimiento de
nuestra Semana Santa, pudiera estar durante todo el año
expuesta al público y en disposición de ser visitada.
Dicho reto ha sido conseguido y la imagen dispone ya de una
sala de exposición en los Claustros del antiguo convento de
San Francisco, cedido por el Excelentísimo Ayuntamiento de
Viveiro, colaboración que agradecemos enormemente.
El enclave, como no podía ser menos, es el marco ideal para
custodiar tan preciada imagen, flanqueada por los últimos
arcos románicos que permanecen en pié en dicho claustro.
Tras este primer paso, esperamos que en un futuro no muy
lejano, se lleve a cabo la creación del tan deseado Museo de
Arte Sacro, para que en él se puedan contemplar a lo largo
del año la riqueza cultural de la imaginería de nuestra
Semana Santa, muestra de nuestro patrimonio histórico y
artístico.
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El
Prendimiento - Por Enquique Cal Pardo (Artículo revista
pregón Año 1953) |
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Acaba de dar comienzo el drama de
la Pasión, drama compuesto de múltiples actos que culminan
en la tragedia del Gólgota, enmarcada en un cuadro de negro
crepúsculo, con jirones de luz tenue, que hacen adivinar un
final glorioso y triunfante. Es la noche del catorce de
Nisán, la noche de aquel primer Jueves Santo. Noche de
emociones profundas, de confidencias íntimas, de
espeluznantes pronósticos, de sudor sanguíneo, de agonía a
solas... Noche iluminada por un claro de luna llena. Noche
que escudriñaron los artistas en sus panorámicas visiones, a
fin de arrancarles sus misterios y plasmar su sublime
belleza de amor y de dolor.
El prendimiento es un cuadro de ese gran drama. Cuadro de
belleza singular, no sólo como parte del conjunto, sino como
escena aislada, con su vivo e impresionante particularismo.
Cuadro que se desenvuelve a través de un solo acto,
precedido de un patético exordio y seguido de un epilogo,
breve si, pero cargado de emoción.
• Van Dyck, el de la elegancia estética, plasmó la sublime
belleza de esta escena en ese gigantesco lienzo que
enriquece nuestro Museo del Prado. Pudiera ayudarnos a ía
composición de lugar en estos momentos de reflexión. Olivo
añoso y bien poblado, recortando su figura en el suelo y
robando la claridad a la luna. Antorcha luminosa en la
altura, en lucha con la oscuridad. La figura de Jesús,
apacible y tranquila, espejando en su divino rostro una
amalgama de bondad y de dolor íntimo y callado. Judas,
envuelto en amplio manto, disimulante e insidioso, acerca su
rostro al del Maestro. Brazos nervudos, provistos de sogas,
se levantan en ademán bien significativo. Hacia la izquierda
del lienzo, Pedro hace descender con saña su acerada espada
sobre el siervo del Pontífice, que cae desplomado en el
suelo.
Junto al cuadro del gran pintor flamenco podríamos extender
toda una galería, en la que se destacarían las firmas de los
más acreditados artistas, tanto nacionales como extranjeros,
desde Durero y Borroso, hasta Salzillo y Goya.
«Aquél a quien yo besare, él es», había dicho el comerciante
de sangre por el camino a los galopines que le seguían.
Jesús, confortado por la oración y las palabras del Ángel,
se ofrece a la vista del traidor. «Más le valiera no haber
nacido», musitaba en su interior el Maestro. Se
hallan frente a frente—La bondad infinita y la' maldad
personificada. Judas hace ademán de acercarse y besarle.
Jesús no va a negarle esta última gracia. Y en los
labios de Judas nació un beso frío, helado, quien fue a
depositarse en las mejillas sonrosadas y sanguinolentas de
Jesús. Beso opaco y sin vida, recortado por tijeras de
Ángeles.Aun no se había alejado el Ángel del
Consejo.Frialdad y traición!. Parecen evocar los acordes
secos y robustos y aquel desenlace rápido y vertiginoso
del «Invierno» de Debussy.
Labios cárdenos y húmedos, manchando las mejillas de Jesús,
como los contempló el Giotto, inspirador de una pléyade de
artistas. Beso impuro de los labios de aquel hombre de
rostro y ojos cargados de maldad, que intuyera Salcillo.
Esos ojos que ponen estupor en el alma. En las estampas de
la Semana Santa Vivariense los contemplé año tras año,
experimentando siempre en mi alma la misma terrorífica
impresión. Labios traidores, aproximándose al rostro diáfano
y transparente de Jesús,! espejo en el que se refleja todo
el esplendor de la divinidad.
Oleadas de indignación tiñen nuestras mejillas. Pero Jesús,
con el alma transida de dolor a la vista de aquella pérfida
acción de su apóstol, solo tiene una palabra que todavía
rebosa amistad: «Amigo, con un beso entregas al Hijo del
Hombre?».
Judas! Profanaste lo más sagrado del hombre. Prostituíste el
sello más característico del amor. Por eso tu nombre será
denigrado en todos los tiempos y en todas las latitudes y a
todas las literaturas se incorporará como símbolo de maldad
y de traición.
Cuántos Judas en nuestros días! Se acercan a Jesús con el
beso prendido de sus labios; pero no para patentizarle su
cariño, sino para disimular, como Judas, su traición. Tal
vez muy de mañana hincan sus rodillas en el templo y reciben
en su pecho a Jesús-Hostia, para luego cometer las más
palmarias injusticias, tanto en su vida interna como
profesional, y para vivir olvidados de sus más esenciales y
apremiantes deberes. ¿No será este el pecado de nuestros
días?. Para ellos también las pa¬labras de Jesús; «Amigos,
con un beso entregáis al Hijo del Hombre?».
ACTO ÚNICO
—¿A quién buscáis?—A Jesús Nazareno.—Yo soy. Poder
taumatúrgico de las palabras de Jesús. La comitiva de Judas
se halla derribada en tierra. Jesús quiere hacer terminante
manifestación de su poder y de su libertad ante la muerte.
Nueva pregunta de Jesús: «¿A quién buscáis?—A Jesús
Nazareno.—Os he dicho que yo soy». Pero antes de entregarse
en sus manos, Jesús les hace un ruego, que es un mandato:
«Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos». Y sin dilación,
aquellos burlados esbirros se precipitan rabiosamente sobre
e! manso cordero.
y aquellas manos, que poco antes habían repartido el pan de
la vida y de la auténtica libertad, son atenazadas con
denigrantes sogas, cual manos del más perver: o facineroso!
Golpes y empellones, sacudidas y salivazos!
Un esporádico chispazo de valor en sus discípulos. Pedro, el
que había protestado con juramento su fidelidad
inquebrantable, haciendo gala de su decisión e intrepidez,
descuelga un fuerte golpe de espada sobre la cabeza de
Maleo. Resbala en el casco y alcanza1 la oreja, que rueda
hasta el suelo. Jesús realiza el últimol milagro, curando la
oreja del siervo maltrecho, y recrinjuna a su apóstol:
«Pedro, mete tu espada en la vaina... Por ventura piensas
que no puedo rogar a mi Padre y me mandará ahora mismo más
de doce legiones de Angeles?».
Estas palabras de Jesús abren de par en par las puertas de
un profundo misterio que atormentó y sigue atormentando las
mentes de los más preclaros ¡teólogos: Libertad de Jesús
ante la muerte, conciliada con su omnímoda impecabilidad.
Todos ellos acuden a esta escena del prendimiento en busca
de una respuesta satisfactoria a la acuciante dificultad.
Pero todos, a una, en medio del enmarañado laberinto de
sentencias, confiesan paladinamente esta libertad de Jesús,
que El mismo se encargó de patentizar en estos momentos.
Tenemos a Jesús convertido en un juguete de los más bajos
instintos y pasiones. Rodeado de enemigos, que, cual lobos
hambrientos, le acosan por todas partes. Los discípulos,
aprovechando la oscuridad y la confusión, huyen
cobardemente. Rebaño disperso, al ser herido el pastor. Aquí
termina el acto único de esta escena. Pero antes de bajarse
el telón, Jesús se dirige a aquel público infame y grosero.
Sus palabras ponen de manifiesto el profundo dolor de su
alma: «Como a ladrón habéis salido con espadas y con palos a
prenderme! Cada día estaba con vosotros en el templo
enseñando y no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y
el poder de las tinieblas». El alma de Jesús chorrea sangre.
El sentimiento de su espíritu desgarra sus entrañas. Para
comprenderlo es preciso cerrar los ojos de los sentidos y
meditar en silencio estas palabras de sus labios, cuajadas
de trágico dramatismo. A mis oídos acuden los acordes
sencillos, patéticos, cargados de dolor y llenos de colorido
del Maestro Victoria, en su responsorio del Viernes Santo.
Tal vez nadie haya sabido dar mayor relieve a la profunda
tragedia del alma de Jesús, al verse abandonado de los
suyos, atadas sus manos, cual malhechor insigne, y rodeado
de aquella chusma que le produce náuseas.
Vosotros, Cofrades del Prendimiento de la ciudad de Vivero,
habéis saboreado esas amarguras del alma de Jesús y habéis
comprendido el terrible dolor que lacera su espíritu. Por
eso os habéis unido, a fin de acompañarle en esas horas de
supremo dolor moral que es el más acerbo y penetrante de
todos los dolores. En silencio, con sumo recogimiento,
meditad esas palabras, anegaos en ese mar profundo en que se
halla sumergida el alma de Jesús y desagraviadle,
prestándole vuestro cariño y vuestra compañía en estos
momentos de cruel abandono. |
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