Skip to content

--- Semana Santa Viveiro ---

Semana Santa Viveiro

Publicado 05/10/11

 Hoy es día de San Froilán, patrón de  Lugo, capital de provincia.


  
Etimología: Froilán = el señor de las tierras, viene del germánico

San Froilán fue uno de los hombres que forjaron la España medieval en las difíciles horas del siglo IX. Dos grandes tareas se imponían a los hombres de aquella época para librarse del angustioso aniquilamiento que les amenazaba: la reconquista del suelo patrio de manos de los árabes y la inmensa obra de colonización que a la Reconquista seguía. Era preciso entonces hacerlo todo. Al recobrarse la yerma y asolada geografía hispánica había que imprimir sobre ella, como sobre tabla rasa, el espíritu, el carácter, la cultura y la pasión de la España cristiana, que re nacía con sello nuevo tras los Montes Cántabros. La acción fe cunda de Froilán, su vida y su espíritu, lleno de afanes de supe ración, quedaron tejidos en la trama de la historia de aquella España.

¿Quién era San Froilán y cuál fue la trayectoria de su vida? Por fortuna, se conserva una corta biografía del ortodoxo varón Froilán, obispo legionense, copiada en elegante minúscula visigótica por el diácono Juan, contemporáneo suyo. Esa copia es del año 920, quince años después de la muerte del santo obispo (905). Ignoramos quién fue su autor. A pesar de su estilo lacónico y de sus adherencias legendarias, podemos reconstruir los rasgos fundamentales de su vida y carácter.

Nace el año 833 en los arrabales de Lugo. Allí recibe durante sus primeros años la enseñanza que los concilios exigían a los candidatos para el sacerdocio. Al llegar a los dieciocho años su vida interior entró en crisis. Dudó entre la vida retirada del desierto o la actividad apostólica. El futuro fundador de cenobios y gran predicador de muchedumbres opta por la soledad de los montes. Los espíritus superiores toman personalmente la iniciativa de su vida y Froilán quiso consagrarla totalmente a la familiaridad íntima con Dios. Buscaba a Dios en aquellos montes y lo encontraba en todas las criaturas, que le hablaban de una belleza arcana y superior. El podía cantar dulcemente aquellos versos de Berceo :


Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados;
odí sones de aves dulces e modulados.
Nunca udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiesen sones más acordados.


Mientras él gozaba de los encantos de la soledad, estallaba en la España musulmana una violenta persecución contra los cristianos. El año 850 comenzó a florecer de nuevo con el rito solemne de la sangre el martirologio cordobés. Rosas purpúreas de esta larga primavera martirial fueron, entre otros, el sacerdote Perfecto, degollado el día de la Pascua mora; el erudito monje Isaac, decapitado y colgado de un palo; el joven Sancho, crucificado; las dos vírgenes Columba y Pomposa, y el más famoso de todos, el bienaventurado Eulogio, aquel hacedor anhelante de mártires, cuya cabeza cortó el alfanje de un solo golpe, a las tres de la tarde del sábado 11 de marzo del año 859.

Tal vez la voz poderosa de esta sangre inocente retumbó entre los montes donde Froilán se escondía y le empujó a organizar una cruzada. Tal vez en el diálogo familiar con Dios sintió la invitación a la vida activa. Nos cuenta su biógrafo, con la ingenuidad de nuestros cantares de gesta y, sin duda, imitando los inicios de la predicación de Isaías, que al joven eremita le acuciaba la duda de si debía permanecer por más tiempo en aquellas soledades. Para liberarse de ella se sometió a la prueba del fuego. Si Dios suspendía las leyes, era señal evidente de su voluntad divina. Froilán introdujo unas brasas encendidas en su boca. El fuego no le causó la más mínima quemadura. Dios había hablado. De los montes se lanzó a los poblados a propagar entre los hombres otro fuego que le ardía dentro. Su vida nos dice escuetamente que recorría las ciudades predicando sin cesar la palabra divina con gran aplauso de todos.

En sus triunfos pastorales sentía irresistiblemente el atractivo de la soledad para reponer sus energías. Acompañado del sacerdote Atilano torna a su retiro. Ambos se escondieron en los montes de Curueño (León). Pero los pueblos en masa le seguían a su celda solitaria. Con las muchedumbres iban magnates y obispos que anhelaban oír su palabra. Entre sus oyentes se despertaron numerosos seguidores cautivados por sus ejemplos. Ante los ruegos insistentes se ve forzado a bajar a la ciudad de Veseo. Allí erige su primer monasterio, que llenará pronto con 300 monjes. Es el comienzo de una nueva etapa: fundador de cenobios. Su fama salta los montes de León y llega a oídos de Alfonso III en Oviedo. El rey le envía mensajeros ordenándole venir a su corte. Honda impresión causó en Alfonso la presencia de aquel monje. Se fija en él para la gigantesca obra de repoblación que había comenzado su padre, Ordoño I. Las fronteras del reino astur-leonés llegaban por el sur hasta la línea del Duero. De Castilla se podía decir lo del poeta: «Harto era Castilla menguado rincón cuando Amaya era corte, Hitero el moyón". Zamora, Toro y Simancas eran fortalezas que espiaban posibles asaltos árabes al reino cristiano. Las zonas fronterizas a ambos lados del río estaban despobladas y devastadas por los reyes asturianos. Lo exigía así la táctica militar. Pero había que ir empujando la frontera más abajo. Para eso, en la zona norte del Duero era necesario levantar los poblados destruidos y poner en explotación las tierras abandonadas. Ninguna fuerza más cohesiva para dar vida a estas preocupaciones regias que la acción colonizadora de los monasterios. Esto lo comprendió cabalmente Alfonso III y concedió al Santo amplias facultades para visitar todos sus dominios y levantar cenobios a cuyo amparo se acogiesen los nuevos poblados. Estas agrupaciones humanas, así formadas, constituían una unidad política cuyo jefe era el abad, y sus agentes y maestros los monjes, que enseñaban las artes de la paz e infundían el espíritu de cruzada en la guerra de reconquista. Froilán puso en juego de nuevo su capacidad de iniciativa y se dio a recorrer las tierras del reino alfonsino. Su beligerante actitud le llevó a fundar dos grandes monasterios cerca de la frontera, a pocos kilómetros de Zamora. El primero fue el de San Salvador de Tábara. En él se congrega con 600 monjes de ambos sexos. Era uno de esos monasterios llamados dúplices, donde las monjas, aunque rigurosamente separadas, tenían la ventaja de la asistencia sacerdotal y de la defensa en caso de invasión.

Fue éste, en el siglo x, uno de los más famosos monasterios por el arte refinado de su escritorio. La pesadumbre del tiempo, insensible a los afanes del hombre, no nos ha permitido ver en su realidad de piedra la arquitectura de esta fundación. Pero, afortunadamente, un códice de su escritorio nos la conserva parcial mente. En el último folio aparece la torre del monasterio, "alta y lapídea", de sillería policroma, con ventanales de arcos de herradura. Sobre el tejado, dos airosas torrecillas con sendas campanas. A los lados de los últimos ventanales, dos balcones voladizos se asoman al horizonte. Tres hombres suben a la torre por unas es caleras de mano y otro hace sonar las campanas tirando de una cuerda. Adosado a la torre está el escritorio. Un pergaminero aparece sentado en un taburete cortando el pergamino con grandes tijeras. En un aposento inmediato están el monje Senior, copista, y Emeterio, escriba y pintor, discípulo predilecto de Magio. Fue Mágio la gloria cultural más notable del monasterio tabarense. Contemporáneo en su niñez de Froilán, elevó a alturas maravillosas el arte de la miniatura, ese arte casto, espiritual y apacible a los ojos, y que mueve el ánima a altas consideraciones". Son todos los datos que poseemos de esta espléndida fundación. Del segundo monasterio tenemos aún menos noticias. Según el citado biógrafo, lo levantó en un emplazamiento alto y ameno junto a las aguas del Esla, al parecer cerca de Moreruela (Zamora). Sólo una frase añade a este laconismo: ..se reunieron allí 200 monjes consagrados a la ascesis de la vida regular". Aquellos cronistas medievales, avaros del tiempo, no nos cuentan nada de los métodos de dirección espiritual del Santo cenobiarca ni del ambiente de perfección que, sin duda, reinaba en estos monasterios. Pero se siente palpitar en estas breves páginas biográficas la dinámica incontenible de Froilán, su temperamento emprendedor, su espíritu sobrenatural lleno de ardorosa elocuencia, su recia personalidad de caudillo espiritual. Esa era la fama que corría de pueblo en pueblo y de comarca en comarca y que cada día ganaba más admiradores. Por eso no es extraño que, al quedar vacante la sede de León, se alzase unánime la voz del clero y del pueblo, reclamando por obispo al abad Froilán. El rey, que no había lo grado convencerle para que aceptase el oficio pastoral, se alegró sobremanera. Vencida su resistencia, fue consagrado obispo de León el día de Pentecostés, 19 de mayo del 900. Ese mismo día recibía también la consagración episcopal para la sede de Zamora su inseparable y santo amigo Atilano. Estas dos lumbreras, dice emocionado el autor anónimo, puestas sobre el candelero, iluminaron con la claridad de su luz eterna todos los confines de España. La Iglesia de León, que estaba dedicada, según una donación de la época, "a los señores, santos, gloriosos y, después de Dios, fortísimos patronos Santa María Virgen, Reina celeste, y San Cipriano, obispo y mártir", recibía ahora clamorosamente por obispo al que había de ser su Patrono hasta el día de hoy. Sólo la gobernó cinco años, pero el heroísmo de sus virtudes y el triunfo de su santidad la aureolaron para siempre.
 
 

 

Publicado 4/10/11 Festividad de San Francisco

Especial San Francisco de Asís (II).CARTA A FRANCISCO DE ASÍS

Autor:  Padre Francisco J. Castro Miramontes

Hermano Francisco: paz y bien.

Han pasado ya casi ocho siglos y aún seguimos recordándote, aún cuando seguramente tú hubieras preferido pasar de puntillas por la historia, porque en realidad eras, de corazón, un ciudadano del cielo. Casi ochocientos años en los que la Humanidad ha seguido su curso y en los que hemos vuelto a caer en los graves errores de tu época. De hecho seguimos viendo en ti, hombre de tu tiempo, curtido en la brega cotidiana en un medio cultural, político, religioso, y económico determinado, a alguien que tiene mucho que decirnos hoy. En ese sentido, está claro que no has perdido ni un ápice de actualidad, de novedad y de originalidad.

Pero al tiempo que constato esto no dejo por ello de sentir una especie de nostalgia, y al mismo tiempo de tristeza. Me explico. Sentimos nostalgia de alguien, de algo, de algún lugar, que identificamos como único, hermoso, esencial en nuestras vidas. Y lo hacemos precisamente porque tememos haberlo perdido, o que ya no vuelva más, o que ya nada vuelva a ser lo mismo. Mi nostalgia hacia ti consiste quizás en que siento que tu historia de amor se ha quedado anclada, estancada, perdida, como si de una isla se tratase, en el océano inmenso de la historia, como si lo que tú viviste ya no pudiera ser vivido hoy, al menos no de la misma manera y con la misma intensidad. Y me refiero no a tu vida concreta que, al fin y al cabo, es única e irrepetible, sino a tu experiencia de amor solidario y generoso, tu compromiso desde y por la paz, que hoy tanto necesitamos.

La nostalgia es positiva si nos hace renacer a lo mejor de nosotros mismos, aunque sea a fuerza de idealizar y soñar con lo hermoso. La tristeza me brota -te lo confieso- porque compruebo que el ser humano de hoy, en realidad, no ha evolucionado. Sí es cierto que la tecnología es deslumbrante. Seguramente a ti te sobrecogería comprobar cómo se ha avanzado en el aspecto de la técnica o la medicina, pero de un modo injusto, ya que hemos convertido el mundo en un gigantesco lazareto en el que marginamos a miles de millones de personas que han sobrevivir (y a veces ni siquiera eso) en medio del latigazo insultante de la miseria. Sí, sin duda, tú hoy, de nuevo, estarías ahí, junto a estos nuevos “lepro-sos”.

El gran avance, el progreso del que tanto hablan los políticos, en realidad es un poco ficticio. Para algunas personas la vida es un poco más cómoda, tienen (tenemos) muchos medios materiales, pero el corazón sigue siendo el mismo, el que tú conociste en tu tiempo. Las diferencias, aquí, son de mero matiz. En tu tiempo vestíais de un modo, viajabais a caballo, no teníais televisión ni internet, pero el corazón humano podía llegar a ser inmensamente mezquino, como hoy. La verdadera revolución, la del corazón, la iniciada por tu Jesús y continuada por ti aún está inconclusa. Es un gran fracaso, pero al mismo tiempo también un estímulo para continuar construyendo sueños y esperanzas, porque, como puedes comprobar, aún está casi todo por hacer. Es cierto que han sucedido acontecimientos hermosos, que el bien sigue abriéndose un hueco en medio de la historia, que hay personas maravillosas que se parecen mucho a ti, pero el mal sigue siendo contumaz y se resiste a abandonar el corazón humano, en cuya tierra brotan todas las semillas de enfrentamiento y violencia. De las guerras de nuestro tiempo no quiero ni hablarte, de tantas formas de guerra bastante más cruentas que las de tu tiempo, porque hoy, es muy fácil matar: ¡qué horror!

Tu familia religiosa -aunque tú no querías fundar nada por no sentirte digno- ha sido, sigue siendo, muy próspera, aunque ha sido una historia de luces y sombras, de lucha por conquistar un hermoso ideal al tiempo que la realidad concreta se nos impone, una realidad llena de contradicciones e infidelidades. Hoy existen no sé cuántos movimientos religiosos y culturales que siguen tu estela. La Iglesia ha beatificado y canonizado a varios cientos de tus seguidores (perdona; de los seguidores del Evangelio). También tus hijos e hijas han ofrecido su sangre en martirio, sin mirar atrás, sintiéndose herederos/as del reino de los cielos, con esa libertad de la que tú hablabas con frecuencia, la que nos lleva a hacer sólo aquello que no es contrario “a nuestra alma”. Y en medio del mar del mundo seguimos refiriéndonos a tu “perfecta alegría”, aquella que expresaste al Hermano Leone camino de Santa María, cuando el mal tiempo arreciaba y se confabulaba con el cansancio y el hambre. Llegar a la puerta de tu casa y no ser recibido debía ser acatado con paciencia, la ciencia de la paz, venciéndose uno a sí mismo. Es ahí, en la adversidad, en donde vence la humildad de la persona pacífica y enamorada de la vida. Vivir comprometidos con el amor es una apuesta por la verdad caritativa que tú aprendiste en la escuela de Jesús de Nazaret.

La Iglesia actual sigue siendo, en parte, la Iglesia de tu tiempo, porque está conformada por hombres y mujeres frágiles. Se la critica mucho, pero no se quiere ver más que aquello que interesa ver. Gracias a Dios -a quien tú tantas veces dabas gracias por todo y pese a todo- siguen produciéndose en el seno de la Iglesia muchos gestos de entrega generosa por la causa del Evangelio, no siempre comprendido por algunas personas, y por los poderes de este mundo, que no desean tener cerca a testigos de la verdad, no sea que desvelen muchas mentiras sobre las que se sustenta este mundo.

De ti se sigue hablando, vencedor de vanidades y prepotencias -y ya sé que no te agrada del todo- como un hombre de corazón noble y espíritu humilde, como un gran amante de la creación, como testigo y portador de la paz. Cada año acuden a Asís, y a otros lugares que guardan memoria de ti, muchísimas personas provenientes del mundo entero. ¿Por qué será? Te recuerdo aquí las palabras de aquel hermano tuyo que te preguntaba por qué a ti iban todos, si en realidad tú eras lo contrario al paradigma de héroe de tu tiempo. Tu respuesta fue sencilla y realista: porque Dios sabía de tu pecado y ha querido manifestarse, como siempre, a través de un hombre frágil y consciente de sus limitaciones. “El hombre es lo que es a los ojos de Dios, y eso basta”, solías decir. Eras muy consciente de tu indigencia, pero también del gran amor de Dios para con las criaturas.

Te confieso también que en cierto modo hoy te hemos vuelto a defraudar, puesto que nos hemos hecho demasiado acomodaticios y poco comprometidos. Incluso te hemos “secuestrado”, porque hablamos mucho de ti, te hemos levantado monumentos, se han cons-truido majestuosos conventos, tu nombre figura en rótulos de calles, y hasta hay ciudades que se llaman como tú, recordándote a ti. Plasmaré aquí, por escrito, lo que tú decías: “los santos hacen las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir honor y gloria”. Quizás así sea. Es más fácil hablar de los demás que hacer de la propia vida un camino de encuentro con Dios y la bondad. Es más, también a través de las palabras de este libro he osado hablar de la vida de un santo, hablar de ti (ya que eres santo, no debido a tu esfuerzo, sino porque Dios así te lo ha pedido, y tú has respondido generosamente). Es posible que haya personas que después de leerlo me digan que les ha gustado mucho, que escribo muy bien (también habrá la versión contraria, lo cual conviene para cultivar la humildad). Incluso es posible que me pidan que les dedique el libro. Lo haré con una sonrisa, pero, posiblemente también, un poco ruborizado porque sé que en realidad lo único que he tratado de hacer es ser instrumento del amor de Dios manifestado a través de tu vida.

Dicen que uno de los personajes más conocidos de la historia del siglo XX llegó a decir -después de liderar una revolución- que en realidad él hubiera necesitado una docena de “Franciscos de Asís” para que se hubiese cumplido su sueño. Al final el lobo que habita en nosotros sale fiero y busca a quien devorar. Tú has sido un rebelde, un revolucionario del corazón, y hoy te recordamos por ello, y yo, personalmente, te lo agradezco. Sabes que en mi vida tú eres muy importante. Cada vez que dirijo mis pasos, caminando por la calle que lleva tu nombre, hacia el convento de San Francisco de Santiago de Compostela, y contemplo tu efigie de brazos abiertos en el “monumento”, reconozco que me da la impresión de que la piedra me sonríe, de que allí estás tú, presente, en la piedra moldeada, en el agua de lluvia, en los pájaros cantarines, en los viandantes… en la vida, en el amor, en la paz, y en la esperanza.

Quiero concluir esta improvisada carta de amigo, de hermano, con una oración, para que la recitemos juntos. Se trata de la “oración de la paz”, compuesta mucho tiempo después de ti, pero que sin duda refleja perfectamente tu espíritu y estilo de vida. Quedamos emplazados para una nueva cita, cuando Dios quiera. Tengo ya ganas de estar contigo. Hasta siempre Francisco, “buenagente”:


“Señor, haz de mí un instrumento de tu paz;
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo armonía,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo la luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no me empeñe tanto en ser consolado
 como en consolar,
en ser comprendido como en comprender,
en ser amado como en amar.
Pues es dando como se recibe,
olvidando como se encuentra,
perdonando como se es perdonado,
y muriendo como se resucita a la vida eterna”.

 

Del libro “ALTER CHRISTUS. FRANCISCO DE ASÍS SIGNO DEL AMOR”
(ED. San Pablo) de Francisco J. Castro Miramontes

La Xunta de Cofradías de la Semana Santa de Viveiro, agradece desde estas líneas la colaboración del Padre Castro Miramontes

 

Publicado 3/10/11

 Especial San Francisco de Asís (I).Mañana es día de San Francisco de Asís.


Fundador de la Orden de los Franciscanos, 4 de octubre.
 
  
 
San Francisco fue un santo que vivió tiempos difíciles de la Iglesia y la ayudó mucho. Renunció a su herencia dándole más importancia en su vida a los bienes espirituales que a los materiales.

Francisco nació en Asís, Italia en 1181 ó 1182. Su padre era comerciante y su madre pertenecía a una familia noble. Tenían una situación económica muy desahogada. Su padre comerciaba mucho con Francia y cuando nació su hijo estaba fuera del país. Las gentes apodaron al niño “francesco” (el francés) aunque éste había recibido en su bautismo el nombre de “Juan.”

En su juventud no se interesó ni por los negocios de su padre ni por los estudios. Se dedicó a gozar de la vida sanamente, sin malas costumbres ni vicios. Gastaba mucho dinero pero siempre daba limosnas a los pobres. Le gustaban las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores.

Cuando Francisco tenía como unos veinte años, hubo pleitos y discordia entre las ciudades de Perugia y Asís. Francisco fue prisionero un año y lo soportó con alegría. Cuando recobró la libertad cayó gravemente enfermo. La enfermedad fortaleció y maduró su espíritu. Cuando se recuperó, decidió ir a combatir en el ejército. Se compró una costosa armadura y un manto que regaló a un caballero mal vestido y pobre. Dejó de combatir y volvió a su antigua vida pero sin tomarla tan a la ligera. Se dedicó a la oración y después de un tiempo tuvo la inspiración de vender todos sus bienes y comprar la perla preciosa de la que habla el Evangelio. Se dio cuenta que la batalla espiritual empieza por la mortificación y la victoria sobre los instintos. Un día se encontró con un leproso que le pedía una limosna y le dio un beso.

Visitaba y servía a los enfermos en los hospitales. Siempre, regalaba a los pobres sus vestidos, o el dinero que llevaba. Un día, una imagen de Jesucristo crucificado le habló y le pidió que reparara su Iglesia que estaba en ruinas. Decidió ir y vender su caballo y unas ropas de la tienda de su padre para tener dinero para arreglar la Iglesia de San Damián. Llegó ahí y le ofreció al padre su dinero y le pidió permiso para quedarse a vivir con él. El sacerdote le dijo que sí se podía quedar ahí, pero que no podía aceptar su dinero. El papá de San Francisco, al enterarse de lo sucedido, fue a la Iglesia de San Damián pero su hijo se escondió. Pasó algunos días en oración y ayuno. Regresó a su pueblo y estaba tan desfigurado y mal vestido que las gentes se burlaban de él como si fuese un loco. Su padre lo llevó a su casa y lo golpeó furiosamente, le puso grilletes en los pies y lo encerró en una habitación (Francisco tenía entonces 25 años). Su madre se encargó de ponerle en libertad y él se fue a San Damián. Su padre fue a buscarlo ahí y lo golpeó y le dijo que volviera a su casa o que renunciara a su herencia y le pagara el precio de los vestidos que había vendido de su tienda. San Francisco no tuvo problema en renunciar a la herencia y del dinero de los vestidos pero dijo que pertenecía a Dios y a los pobres. Su padre le obligó a ir con el obispo de Asís quien le sugirió devolver el dinero y tener confianza en Dios. San Francisco devolvió en ese momento la ropa que traía puesta para dársela a su padre ya que a él le pertenecía. El padre se fue muy lastimado y el obispo regaló a San Francisco un viejo vestido de labrador que tenía al que San Francisco le puso una cruz con un trozo de tiza y se lo puso.

San Francisco partió buscando un lugar para establecerse. En un monasterio obtuvo limosna y trabajo como si fuera un mendigo. Unas personas le regalaron una túnica, un cinturón y unas sandalias que usó durante dos años.
Luego regresó a San Damián y fue a Asís para pedir limosna para reparar la Iglesia. Ahí soportó las burlas y el desprecio. Una vez hechas las reparaciones de San Damián hizo lo mismo con la antigua Iglesia de San Pedro. Después se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, de los benedictinos, que estaba en una llanura cerca de Asís. Era un sitio muy tranquilo que gustó mucho a San Francisco. Al oir las palabras del Evangelio “...No lleven oro....ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo..”, regaló sus sandalias, su báculo y su cinturón y se quedó solamente con su túnica sujetada con un cordón. Comenzó a hablar a sus oyentes acerca de la penitencia. Sus palabras llegaban a los corazones de sus oyentes. Al saludar a alguien, le decía “La paz del Señor sea contigo”. Dios le había concedido ya el don de profecía y el don de milagros.
San Francisco tuvo muchos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. Su primer discípulo fue Bernardo de Quintavalle que era un rico comerciante de Asís que vendió todo lo que tenía para darlo a los pobres. Su segundo discípulo fue Pedro de Cattaneo. San Francisco les concedió hábitos a los dos en abril de 1209.

Cuando ya eran doce discípulos, San Francisco redactó una regla breve e informal que eran principalmente consejos evangélicos para alcanzar la perfección. Después de varios años se autorizó por el Papa Inocencio III la regla y les dio por misión predicar la penitencia.

San Francisco y sus compañeros se trasladaron a una cabaña que luego tuvieron que desalojar. En 1212, el abad regaló a San Francisco la capilla de Porciúncula con la condición de que la conservase siempre como la iglesia principal de la nueva orden. Él la aceptó pero sólo prestada sabiendo que pertenecía a los benedictinos. Alrededor de la Porciúncula construyeron cabañas muy sencillas. La pobreza era el fundamento de su orden. San Francisco sólo llegó a recibir el diaconado porque se consideraba indigno del sacerdocio. Los primeros años de la orden fueron un período de entrenamiento en la pobreza y en la caridad fraterna. Los frailes trabajaban en sus oficios y en los campos vecinos para ganarse el pan de cada día. Cuando no había trabajo suficiente, solían pedir limosna de puerta en puerta. El fundador les había prohibido aceptar dinero. Se distinguían por su gran capacidad de servicio a los demás, especialmente a los leprosos a quienes llamaban “hermanos cristianos”. Debían siempre obedecer al obispo del lugar donde se encontraran. El número de compañeros del santo iba en aumento.
Santa Clara oyó predicar a San Francisco y decidió seguirlo en 1212. San Francisco consiguió que Santa Clara y sus compañeras se establecieran en San Damián. La oración de éstas hacía fecundo el trabajo de los franciscanos.

San Francisco dio a su orden el nombre de “Frailes Menores” ya que quería que fueran humildes. La orden creció tanto que necesitaba de una organización sistemática y de disciplina común. La orden se dividió en provincias y al frente de cada una se puso a un ministro encargado “del bien espiritual de los hermanos”. El orden de fraile creció más alla de los Alpes y tenían misiones en España, Hungría y Alemania. En la orden habían quienes querían hacer unas reformas a las reglas, pero su fundador no estuvo de acuerdo con éstas. Surgieron algunos problemas por esto porque algunos frailes decían que no era posible el no poseer ningún bien. San Francisco decía que éste era precisamente el espíritu y modo de vida de su orden.

San Francisco conoció en Roma a Santo Domingo que había predicado la fe y la penitencia en el sur de Francia.
En la Navidad de 1223 San Francisco construyó una especie de cueva en la que se representó el nacimiento de Cristo y se celebró Misa.
En 1224 se retiró al Monte Alvernia y se construyó ahí una pequeña celda. La única persona que lo acompañó fue el hermano León y no quiso tener visitas. Es aquí donde sucedió el milagro de las estigmas en el cual quedaron impresas las señales de la pasión de Cristo en el cuerpo de Francisco. A partir de entonces llevaba las manos dentro de las mangas del hábito y llevaba medias y zapatos. Dijo que le habían sido reveladas cosas que jamás diría a hombre alguno. Un tiempo después bajo del Monte y curó a muchos enfermos.
San Francisco no quería que el estudio quitara el espíritu de su orden. Decía que sí podían estudiar si el estudio no les quitaba tiempo de su oración y si no lo hacían por vanidad. Temía que la ciencia se convirtiera en enemiga de la pobreza.

La salud de San Francisco se fue deteriorando, los estigmas le hacían sufrir y le debilitaron y ya casi había perdido la vista. En el verano de 1225 lo llevaron con varios doctores porque ya estaba muy enfermo. Poco antes de morir dictó un testamento en el que les recomendaba a los hermanos observar la regla y trabajar manualmente para evitar la ociosidad y dar buen ejemplo. Al enterarse que le quedaban pocas semanas de vida, dijo “¡Bienvenida, hermana muerte!”y pidió que lo llevaran a Porciúncula. Murió el 3 de octubre de 1226 después de escuchar la pasión de Cristo según San Juan. Tenía 44 años de edad. Lo sepultaron en la Iglesia de San Jorge en Asís.

Son famosas las anécdotas de los pajarillos que venían a escucharle cuando cantaba las grandezas del Señor, del conejillo que no quería separarse de él y del lobo amansado por el santo. Algunos dicen que estas son leyenda, otros no.

San Francisco contribuyó mucho a la renovación de la Iglesia de la decadencia y el desorden en que había caído durante la Edad Media. El ayudó a la Iglesia que vivía momentos difíciles.


 
 

 

Publicado el 02/10/11

Especial de la Stma Virgen de los Dolores de la VOT (I). Estampa de la Coronación.

 

Publicado 02/10/11

Publicaciones durante el mes de Octubre.

   Os informamos que durante el mes de octubre en esta web publicaremos artículos relacionados con la Virgen de los Dolores de la VOT, para cerrar la celabración de su Coronación Canónica, y artículos relacionados con San Francisco de Asís, debido a que el próximo día 4  es su festividad. Por lo tanto durante este mes:

Especial Virgen de los Dolores de la VOT.

Especial de San Francisco de Asís.

 
<< Inicio < Prev 431 432 433 434 435 436 437 438 439 440 Próximo > Fin >>

Página 436 de 509

CARTEL 2024

Libro de Actos 2024

Libro Pregón 2024

Pregon 2024

Semana Santa Nenos 2024

Actos Liturgicos 2024

Adral 2024

Adral 2024. Sar Ensemble

Adral 2024. Las huellas nunca borradas

Adral 2024 Renata y Leopoldo Valeivan

El Sentimiento de un Pueblo

SSV 2023 Viernes de Dolores

SSV 2023 Caladiños

SSV 2023 Via Crucis Hombres

SSV 2023 El Encuentro

SSV 2023 La Cena

SSV 2023 Santo Entierro

SSV 2023 Esperanza

SSV 2023 Viacrucis Mujeres

SSV 2023 Resurreccion

SSV 2023 La Borriquita

SSV 2023 Misericordia

SSV 2023 La Pasión

SSV 2023 Via Lucis

SSV 2023.Desenclavo

SSV 2023 El Frances

SSV 2023. Prendimiento

Historia dunha Paixon

Antesala dun Museo

Visitas Antesala 2021

Vivela 2021 P Via Lucis

Vivela 2021 Via Lucis

Vivela 2021 Encuentro Resur.

Vivela 2021 Resurreccion

Vivela 2021 P Esperanza

Vivela 2021 Esperanza

Vive tus Recuerdos 2004

Vivela 2021 Soledad

Vivela 2021 Caladiños

Vívela 2021. 75 Aniv Piedad

Vivela 2021 La Pasion

Vivela 2021 Santo Entierro

Vivela 2021 Procesión del Santo Entierro

Vívela 2021 Desenclavo

Vivela 2021 Sermón Siete Palabras

Vívela 2021 Encuentro 1992

Vívela 2021. Encuentro

Vivela 2021 Sentencia

Vivela 2021 Heraldos

Vivela 2021 Misericordia 2011

Vivela 2021 Misericordia

Vívela 2021 Prendimiento 2019

Vívela 2021 Prendimiento

Vivela 2021 Cena 2019

Vívela 2021 La Cena

Vivela 2021.Via Crucis H

Vive tus Recuerdos 2003.

Vívela 2021. Via Crucis M

Vivela 2021 Via Crucis Mujeres

Vive tus Recuerdos 2007

Vive Tus Recuerdos 2002

Vivela 2021. Francés

Vivela 2021.Borriquita

Vívela 2021 Ramos

Vívela 2021. Pregón

Vivela 2021 Expo Fotografica

Vivela 2021. Benéfico

Vívela 2021. Dolores

Adral 2021 Clausura

Translate

Contacto

Para ponerte en contacto con nosotros, o para aportar tus ideas y sugerencias escríbenos:

websemanasantaviveiro@gmail.com

Joomla Templates and Joomla Extensions by ZooTemplate.Com