Publicado 25/04/12 Las Turbas (II) Semana Santa de Cuenca. Artículo de Emilio López Olivares "Los tambores del viernes exclaman su ira, su pasión por las calles. Son los sanedritas de Anás insultando al Nazareno. Este es uno de los grandes momentos de nuestra Semana Santa. Avanza, con suma lentitud, Nuestro Padre Jesús bajo el Arco del Pórtico de El Salvador. Canta el gallo de nuevo ahogado por la "palillá"; mientras, quedan mudos los sollozos del Viernes, los de la Verónica, eterna seguidora del Nazareno. Las Turbas piropean a San Juan y cruzan el Puente del Huécar camino de Carretería para ascender a la Plaza Mayor. Desde los balcones se les ve andar como si estuvieran en su tiempo, vestidos para acudir a una fiesta, a hablar de Jesucristo: su destino. Alguna vez, en algún momento no importa cuando, se ve llorar ahogado por el turno de tambores, al Jesús de la Seis, llorar lágrimas sobre la piedra en la inmensa soledad del amanecer y, levantada la vista, en la penumbra de los balcones y ventanas, no hay nadie; sólo, en los faroles, ángeles de nieve aplaudiendo esa soledad"
La procesión está encabezada por los miles de nazarenos que componen las turbas, seguidos por las hermandades de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Salvador, San Juan Evangelista y Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín. Los cinco pasos procesionales que desfilan son, por este orden, los siguientes: Nuestro Padre Jesús Nazareno (o Jesús de las Seis), Jesús y La Verónica (La Caída) -ambos pertenecientes a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno-, San Juan Apóstol Evangelista, de la cofradía del mismo nombre, y El Encuentro de Jesús con María y Nuestra Señora de la Soledad, de la cofradía Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín.[9] Los tres primeros pasos fueron creados por el escultor Luis Marco Pérez, El Encuentro es obra del también conquense Vicente Marín Morte[10] y La Soledad de San Agustín es original de Federico Coullaut-Valera. Desde primeras horas de la madrugada del Viernes Santo, miles de turbos se van congregando junto a la iglesia de El Salvador y las calles aledañas, haciendo sonar sus tambores y clarines en un espectáculo multicolor de sonidos y sentimientos que se prolonga hasta el encierro de la procesión en la misma iglesia. La salida del primer paso (el Jesús de las Seis), aproximadamente a las 5:30 horas, es uno de los momentos más emocionantes de la procesión; de hecho, los miles de turbos avanzan mirando ese paso de frente o, lo que es lo mismo, de espaldas al sentido de la marcha, en una explosión de roncos sonidos de tambor y clarinás. La procesión desciende hacia la Puerta de Valencia. Al llegar a la denominada Cuesta de los Herreros, tiene lugar un acto relacionado con una tradición que se recuperó en la década de 1990: el canto del motete "Oh, Soledad..." a la Virgen de la Soledad de San Agustín junto a la única fragua que hay en el recorrido de la procesión, la cual se enciende para la ocasión y se hacen sonar martillos de distintos tamaños golpeando un yunque, todo ello "para dar calor a la Madre y no pase frío". Mientras tanto, los banceros siguen moviendo los pasos sobre sus hombros, pero sin avanzar. Esta tradición proviene del hecho de que la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín acogiera al gremio de herreros y cerrajeros desde su constitución. Tras ello, se prosigue hacia Carretería, calle considerada hasta hace unos años el centro de la parte moderna de la ciudad de Cuenca, ante millares de espectadores que abarrotan el itinerario procesional. Después, se inicia el ascenso por el casco histórico hasta la Plaza Mayor,[11] donde se efectúa un descanso. Es en este lugar donde se suele "bailar" el paso de San Juan Evangelista, entre gritos de "San Juan, el guapo" y "San Juan, que lo baile". Desde allí, la procesión vuelve a la iglesia de El Salvador, pero antes realiza una nueva parada en la que sucede otro de los grandes eventos emotivos de la mañana: el canto del Miserere desde la escalinata de la iglesia de San Felipe Neri. En un momento de la procesión en el que se produce un silencio absoluto en señal de respeto, el Coro del Conservatorio de Música de Cuenca canta a capella un Miserere -probablemente compuesto por el maestro Santiago Pradas-,[12] provocando la emoción y las lágrimas de cientos de personas. La procesión Camino del Calvario termina en el punto de inicio, la iglesia de El Salvador, a partir del mediodía generalmente, entre el cansancio y la tristeza de los miles de participantes en la misma que, en un último esfuerzo tocando sus tambores y clarines y portando los pasos, y no sin antes volver a bailar a San Juan y haciendo un nuevo silencio total al recibir los pasos de El Encuentro y La Soledad, tendrán que esperar un año para volver a vivir esas emociones únicas. Podéis ver un video de las Turbas, pulsando sobre la imagen o sobre la dirección de abajo
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=SKuWUBu-47Y |