Publicado 29/03/12 Que piensan otros imagineros sobre Zafra y Bernal Entrevista en la Hornacina a MANUEL MARTÍN NIETO por Jesús Abades http://www.lahornacina.com/entrevistasmartinnieto.htm Modelar, esculpir, estucar, policromar, patinar... Los imagineros de hoy, a diferencia de los de antes, queréis hacer todo el trabajo. Pues sí, hoy todo el mundo, o casi todo el mundo, queremos hacer nuestras obras desde el principio hasta el final. Ten en cuenta que ya no se trabaja por gremios, como antiguamente, y que la demanda de trabajo nos exige reducir, en la medida de lo posible, ciertos costos. Vivimos tiempos en los que "arte" y "dinero" son términos incompatibles, y salvo algunos maestros muy consolidados como Romero Zafra o Álvarez Duarte, los que trabajamos en este arte tenemos que pelear siempre por el precio. Además, la mayoría de los pintores de hoy en día no conocen el trabajo de la policromía, ni las veladuras y demás técnicas pictóricas que ello conlleva, por lo tanto es muy difícil que exista una colaboración como las que existía antaño entre Pacheco y Montañés o Roldán y Valdés Leal, por poner dos famosos ejemplos.
Entonces, prescindes de ayudantes.
No, no. Tengo un ayudante en mi estudio. Pero intervengo en todo el proceso y me gusta estar pendiente hasta del último detalle, incluso de la última pasada en el lijado, para que todo tenga mi toque personal.
¿Qué tipo de escultura sacra gusta hoy más al público en general?
El público busca mucho la belleza en las obras, cosa que, a diferencia de otros, no veo yo que sea algo incompatible con la unción que deben tener estas imágenes. Es el caso de un Crucificado y una Dolorosa con las manos cruzadas y la mirada al cielo que estoy tallando para Valencia (Venezuela), dos obras de gran dramatismo pero en las que no renuncio a la belleza, sobre todo en el caso de la Virgen. Yo además siempre intento llevar al cliente a mi terreno y trabajar con los mínimos condicionantes posibles. En el caso del Cristo de la Sentencia que acabo de terminar para Guadix, por ejemplo, la propuesta de las manos atadas a la espalda partió de mí, ya que quería rescatar unas formas que hoy están un tanto perdidas. La hermandad acabó aceptándolo y ahora están todos encantados.
A la hora de abordar una obra, ¿partes de una idea muy primaria que luego desarrollas o tienes muy claro lo que quieres hacer desde un principio y no dejas paso a la improvisación?
Lo primero que siempre intento es crear una morfología, una composición... Lo básico en definitiva de una escultura. Pero el boceto, incluso de tamaño natural, no me condiciona ya que, a medida que voy trabajando, voy creando. Reconozco que eso lo consigues muchísimo más modelando previamente en barro o plastilina según el tipo de obra -el proceso de "auténtica creación" de una escultura, desde mi punto de vista-, que con la talla directa en la madera, pues en este caso las posibilidades de dar marcha atrás para cambiar detalles que al final no te convencen se reducen considerablemente. En el caso de un grupo procesional el asunto cambia un poco, ya que tienes que presentar un boceto que se somete a la decisión de un grupo de hermanos, pero aun en estos casos creo que puedes introducir reformas.
En el acabado de tus creaciones eres muy estricto, muy meticuloso.
Eso me viene de familia porque tanto mi padre como mi abuelo eran grandes ebanistas y por eso mismo siempre he estado acostumbrado al trabajo bien hecho y a que todo esté perfectamente acabado. Casi todos los grandes en este arte -Salzillo, los imagineros granadinos, etcétera- eran muy meticulosos en eso. También existen genios similares como Ortega Bru, que se expresaba de una manera más espontánea. Pero a mí personalmente me gusta más un detallismo tipo Sebastián Santos, por ejemplo. Es más, veo obras de otros artistas muy bien resueltas pero que no me llenan del todo porque les falta un buen acabado o porque la policromía no la tienen cuidada como debieran, o como yo creo que debieran. No es lo mismo pintar un ojo con una mancha marrón y un punto blanco que tomar como modelo el ojo de un amigo e intentar plasmar toda la riqueza de la pigmentación del iris, por ejemplo.
¿Cómo crees tú que debe ser la imaginería? ¿Estás de acuerdo con la que se hace actualmente o introducirías otras cosas? En general, estoy muy de acuerdo con la imaginería actual. Creo que goza de buena salud, sobre todo si tenemos en cuenta la gran nómina de imagineros que hay. Darío Fernández, Ramón Cuenca Santo, José María
Leal, Elías Rodríguez Picón, Antonio Bernal, Francisco Romero Zafra... Todos siguen un estilo determinado pero siempre plasmando en cada obra su propia personalidad, lo cual es muy de agradecer. También hay gente muy joven que está apostando bastante fuerte y eso me encanta, ya que a mayor calidad, más dignidad para este arte. Respecto a la clientela, especialmente en el caso de las hermandades, todos sabemos que el precio es un factor que condiciona muchos encargos, pero pienso que deberían tener más paciencia y, de paso, evitar que todo lo que rodee a un titular -orfebrería, bordados, etcétera- valga a menudo veinte veces más que ese titular. En este oficio, por otro lado, hay que saber que uno debe estar todos los días luchando por su trabajo, así como ser consciente que un auténtico enamorado de su profesión va a dar siempre más de lo que le pagan. Tu Ecce Homo o Jesús Presentado al Pueblo para Almoradí (Alicante) ha quedado quinto en la última edición del Premio La Hornacina, ¿cómo surgió este encargo?
Se bendice el próximo 17 de marzo. En la hermandad querían una imagen al estilo de la labrada por Lastrucci para la cofradía sevillana de San Benito, pero yo, que soy un gran amante de los Ecce Homo labrados por Pedro de Mena, les convencí para que el estilo del maestro granadino, especialmente a la hora de hacer el torso y la policromía, se viera reflejado en mi obra para Almoradí, algo que también conseguí con el Cristo de la Sentencia de Guadix (Granada) y estoy consiguiendo con el Crucificado para Valencia, una ciudad venezolana para la que también estoy realizando, junto con la Dolorosa que antes te comenté, una talla de Santa Inés. También quise que la vestimenta para Almoradí fuera más informal que la de San Benito. Al final, el resultado fue muy satisfactorio para los hermanos. Respecto a quedar entre las obras más votadas del premio, me causó gran sorpresa y alegría, además de un gran orgullo porque sé que no hubo campaña ni nada por el estilo, algo que no veo demasiado honrado. El gusto de la gente es el que debe prevalecer y a esta obra la votaron las personas a las que realmente gustó. Sin más.
¿Ha sido 2011 un buen año para la imaginería?
Sí, creo que ha sido un buen año. Yo personalmente he visto cosas muy buenas y un crecimiento a nivel general, o será que soy de juicio más positivo que negativo. La verdad es que disfruto mucho viendo el trabajo de mis compañeros. Es un error caer en el egocentrismo, porque te encierras en ti mismo y te impide ver lo ajeno, aprender de ello y, sobre todo, ver cómo se abren puertas gracias a las que tú puedes tomar nuevos caminos. Para mí, La Hornacina es como un diccionario de la imaginería, porque te permite estar al tanto de lo que hay, bueno y malo, así como apreciar la evolución en los trabajos, incluido el de uno mismo. No sé si será porque a mí me encanta vivir en mi taller -en el que he llegado a estar diez y once horas en pleno mes de agosto-, pero estoy convencido que, independientemente del arte que cada uno tenga, el mayor don de un artista es el trabajo constante y el estudio diario.
Muchos ven 2012 como un periodo terrible a todos los niveles. En estos dos meses y medio escasos que llevamos, ¿está siendo para ti un mal año? Hombre, no tengo, como otros, cinco años de trabajo firmado, pero no me faltan los encargos. Hace unos días he firmado un Cristo para Sanlúcar de Barrameda, y tengo contratadas, entre otras obras, una Borriquita para Guadix y el grupo de misterio que acompañará al Ecce Homo de Almoradí del que hemos hablado. El volumen de trabajo no me obsesiona tanto como mejorar mi trabajo; de hecho, acabo de arriesgarme hace poco con una apuesta que se aleja de lo comercial. No debemos tampoco olvidar que una obra de arte, en este y otros tiempos, es un artículo de lujo y no un objeto de primera necesidad.
Eres un gran admirador del trabajo de Antonio Bernal, ¿qué es lo que más te atrae de su arte?
Dejando a un lado que lo aprecio muchísimo y que es una persona fantástica, yo me identifico mucho con Antonio en ese detallismo y en ese acabado minucioso de las obras que antes comentábamos. Me veo muy reflejado en la idea que tiene de la imaginería; de hecho, mi concepto actual de policromía se lo debo a él, le he consultado muchas cosas y, siempre que es posible, hago una escapada a Córdoba para visitarlo. Antes de aprender de Antonio, mis policromías eran muy mecánicas y estaban muy ancladas en las fórmulas de la escuela sevillana. Ahora, con el campo que han abierto Bernal y Romero Zafra, creo que se han enriquecido y se han quitado de encima muchos condicionamientos. La realidad es que estos artistas cordobeses nos han "puesto las pilas" a los imagineros sevillanos.
¿Qué piensas de las críticas? ¿Te molestan, eres selectivo o simplemente pasas de ellas?
Lo bueno, entre otras cosas, de vivir y trabajar en Morón de la Frontera es que solo piensas que te conoce la gente de tu pueblo. Aparte de eso, no acepto las críticas que destruyen; las otras, no es que me gusten o no, es que considero que son necesarias pues a veces te descubren cosas que puedes mejorar.
Hablando de vivir en Morón, ¿no te ha tentado más de una vez trasladarte a Sevilla capital?
No. Me he planteado a nivel personal comprar en Sevilla una pequeña propiedad, pero no trasladar allí mi taller ni mucho menos mi vida, y eso que si residiera allí desde hace años te aseguro que habría realizado más trabajos para la ciudad de los que ya he hecho. Pero no me quejo en absoluto, y no pienso en ello ni en otras cosas que me puedan distraer de mi trabajo. Además, ahora estoy muy contento porque a mi Cristo Crucificado de la capilla hispalense de los Panaderos le están haciendo un retablito, diseñado por mi amigo Javier Sánchez de los Reyes, que lo va a hacer más accesible al público.
Vamos a tirar de tópico: ¿Cuál crees que es tu mejor obra hasta la fecha? ¿Te vas a mojar? El Cautivo de la Salud y el Perdón -futuro titular de una hermandad de Morón-, el Presentado al Pueblo de Almoradí y el Crucificado de los Panaderos me llenan mucho. También disfruté un montón haciendo el Cristo de la Sentencia de Guadix y estoy muy contento con el resultado.
Ahora expones una obra muy interesante en El Corte Inglés de Sevilla y con gran éxito de público.
Esa precisamente es la apuesta alejada de lo comercial que te he comentado, si bien desde la Delegación de Patrimonio de Guadix han mostrado un gran interés por la pieza, y eso que aún no está terminada del todo pues, como bien sabes, fue algo que surgió independientemente de los encargos a raíz de una visita que realicé, hace unos diez años, a la Clerecía de Salamanca. Quedé extasiado con el Cristo recogiendo las vestiduras de Luis Salvador Carmona y desde entonces tuve muy claro que iba a cultivar esa iconografía en cuanto tuviera la ocasión, aunque en mi entorno fuese prácticamente desconocida y llegase a ser incluso incomprendida. Me hubiera gustado tenerlo completamente acabado antes de exponerlo, pero, y es obligado decir que "por fortuna", el volumen de trabajo de los meses no me ha dejado, ya que a lo anterior súmale un soldado romano para Baza (Granada), una imagen de Poncio Pilatos para Jerez de la Frontera y una Dolorosa que expongo también estos días en Sevilla; concretamente, en otro espacio muy concurrido que ya conozco: el establecimiento Cuadros Venecia de la calle Cuna. La Virgen estará vestida para la ocasión por Paquili Carrera Iglesias y se exhibirá hasta después de la próxima Semana Santa.
Ese volumen de obra sacra es lo que te impide cultivar más la obra civil.
Claro. La obra sacra me está dando muchas alegrías. Para ello es necesario dedicarle muchas horas, y más en mi caso que soy tan perfeccionista y odio trabajar con presión. Pero también hay otro motivo: la falta de liquidez de las instituciones civiles debido a los tiempos que estamos viviendo, lo que ha provocado que los temas profanos y costumbristas estén más abandonados.
Por último, como cofrade de pro que eres, me gustaría saber, ahora que estamos en puertas de la Semana Santa, tu opinión sobre la situación actual de esta celebración sacra.
Para participar en una hermandad debes tener muy claro que debes ir de la mano de la Iglesia. Si no estás de acuerdo con ese compromiso, lo mejor es fundar una asociación cultural como, por ejemplo, la que hay en Hospitalet de Llobregat, cuyo titular realicé yo hace unos años. Es cierto que la Iglesia está estancada en aspectos en los que debería evolucionar, pero también lo es la existencia de envidias, rencores e hipocresías en el seno de las cofradías de los que no tiene culpa la Iglesia. Y es una lástima porque la joya más importante de una hermandad son las personas que la forman. Veo mucha superficialidad y mucha competitividad. Hay más preocupación por contratar la mejor banda de música y el mejor patrimonio que por atender y dar esperanza a tanta gente desfavorecida e incomprendida que sufre. Yo soy creyente y cofrade, pero creo que, al igual que hay sacerdotes y hermanos cofrades maravillosos, también hay gente que está muy equivocada, y otro error es el silencio con que muchos responden a las injusticias que esas personas cometen. No hay que callarse ante ellas. Yo tengo muchos amigos que no son creyentes ni forman parte de las hermandades, pero son unos apasionados de la imaginería y del arte sacro en general. Ellos guardan mucho respeto por las creencias ajenas y ese respeto debe ser mutuo. Estoy convencido que dentro del amparo de Cristo cabemos todos y, la verdad, no me lo imagino rechazando a nadie, y menos por sentimientos que son considerados enfermedades por la Iglesia y parte de sus miembros. Como ya digo, ni hay que callarse ante lo injusto ni considerar la Semana Santa un concurso.
|