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--- Semana Santa Viveiro ---

Semana Santa Viveiro

Publicado 12/05/13

Crónica de la Peregrinación de Cofradías  a Roma.

Ramiro Mel Fraga. Cofradía de la Misericordia de Viveiro

 

Sábado 4 de mayo

El día primer día sábado, comenzamos la mañana  con una breve pero simbólica peregrinación desde    el Obelisco de la Plaza de San Pedro al interior de la Magna Basílica, todos los cofrades  españoles peregrinamos en el mismo grupo, y entre tanto íbamos avanzando, personas de las distintas diócesis españolas  leían salmos y anunciaban nuestra llegada con jubilosos cantos litúrgicos.  Los distintos padres espirituales, Delegados Episcopales y Obispos que nos acompañaban, entre ellos Mons. Taltavull  dirigían estas invocaciones y presidian los rezos de esta peregrinación matutina.  Una vez ya en el interior de la Santa Sede Apostólica de San Pedro  la devota comitiva que integrábamos avanzó  hacia la tumba de los restos de nuestro primer Papa para reafirmarnos en nuestra Fe  mediante el rezo del Credo Niceno.


Por la tarde, el Templo que acogió los actos preparados fue la Iglesia de  Santa  María Dell Orto,  este templo  situado en el alegre barrio romano del Trastévere fue elegido por ser el que alberga la más antigua Cofradia de la Ciudad Santa, la <<Venerabile Arciconfraternita di Santa Maria dell'Orto>>  fundada en el siglo XVI.  En un primer momento luego de la recepción que nos hizo el Ilmo. Sr. Secretario del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Monseñor Octavio Ruiz. Pudimos admirar  el inconmensurable  patrimonio artístico que atesora la sede de dicha Cofradía  y que según nos informaron los Cofrades que celosamente la custodian, se mantiene a día de hoy solo con las limosnas de los cofrades y fieles pues no es el templo propiedad ni de la Iglesia ni del Estado.


http://www.santamariadellorto.it/arciconfraternita.asp

El acto central de la tarde fue la Santa Misa y la previa Catequesis  con que Mons. Cañizares, Prefecto de la Congregación de Liturgia, tuvo el gusto de deleitarnos. En ella se reiteró  sobre el sentido y misión actual de las Cofradías en la vida de la Iglesia, la necesidad de que las Cofradías se integren en las Comunidades Parroquiales y Diocesanas, y que continúen celosamente celebrando sus tradicionales cultos, triduos y novenas siendo siempre el  centro de todo ello la Sagrada Eucaristía. Mons. Cañizares presidió la celebración con casulla y alba tradicional del rito romano que señaló en muchas ocasiones apropiada para estos actos.   Junto a él concelebraron los demás sacerdotes asistentes. Los cantos así como la Santa Misa fueron en español  y como coro los cofrades allí congregados  pusimos una nota melódica que, por un instante, nos transportó a nuestras respectivas Sedes Cofrades.


Domingo 5 de mayo

El domingo comenzamos la jornada a las 10 de la mañana, previamente nos habíamos desplazado a la Plaza de San Pedro para ser ubicados en los sitios correspondientes, ocupamos sitio privilegiado en lugar Sagrado el Ilmo. Sr. Delegado Episcopal D. Juan Antonio Sanesteban, que le ubicaron a la derecha del altar en el grupo de sacerdotes concelebrantes, y un servidor Ramiro-J Mel Fraga en representación de las Cofradías de Viveiro fui ubicado en el lado Izquierdo del altar junto a la representación de las Cofradías de Zamora. Asistimos a la Santa misa según el rito vaticano en italiano y latín,  la primera lectura, en español, fue leída por el delegado diocesano de Jerez, el único delegado seglar, D. José Joaquín Perea, ponente, como recordareis, en  nuestro reciente II Encuentro Diocesano de Cofradías.


La plaza de San Pedro se llenó durante el gran encuentro de cofradías y hermandades. Se calcula que asistieron a la ceremonia unos 70.000 cofrades. Y la marea de fieles se extendía ya al término de la celebración por toda la Vía della Conciliazione. La Misa con el Papa Francisco estuvo marcada por la lluvia, y por las fotografías se aprecia la colorida marea de paraguas (ombrelli) debajo de los cuales los cofrades escuchábamos las cariñosa palabras con que nos acogió el Santo Padre:

“Habéis tenido valor para venir con esta lluvia… El Señor os lo pague”.


Durante la homilía el Papa pidió a los peregrinos, que representaban a cientos de cofradías y hermandades de todo el mundo, que sean reflejo del mensaje de Jesús y que estén muy unidos a la Iglesia.

“¡Esto es hermoso! Una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia. Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana, aire fresco. Veo en esta plaza una gran variedad antes de paraguas y ahora de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad”.


El Papa les pidió también que mantengan una actitud misionera, transmitiendo la fe y cuidando su propia formación espiritual.

“Cuando vais a los santuarios, cuando lleváis a la familia, a vuestros hijos, hacéis una verdadera obra evangelizadora. Es necesario seguir por este camino. Sed también vosotros auténticos evangelizadores”.


Tras la ceremonia el Papa recorrió en el "papamóvil" la Plaza de San Pedro e incluso salió del territorio vaticano adentrándose en la Vía della Conciliazione para saludar de cerca a los miles de peregrinos que acudieron a la cita desafiando la lluvia.

 

 

Publicado 11/05/13

Publicaciones INTERNACIONALES acerca de la SEMANA SANTA DE VIVEIRO

 

ublicado 11/05/13

 

Escrito del obispo: "Comentario de la parábola del Buen Samaritano con motivo de la Pascua del Enfermo 2013".

Pulsa y lo podrás leer



 

 

Publicado 10/05/13

Homilía del Papa en la Peregrinación Mundial de Cofradías

 

Queridos hermanos y hermanas, habéis tenido valor para venir con esta lluvia… El Señor os lo pague.

En el camino del Año de la Fe, me alegra celebrar esta Eucaristía dedicada de manera especial a las Hermandades, una realidad tradicional en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento. Os saludo a todos con afecto, en especial a las Hermandades que han venido de diversas partes del mundo. Gracias por vuestra presencia y vuestro testimonio.

1. Hemos escuchado en el Evangelio un pasaje de los sermones de despedida de Jesús, que el evangelista Juan nos ha dejado en el contexto de la Última Cena. Jesús confía a los Apóstoles sus últimas recomendaciones antes de dejarles, como un testamento espiritual. El texto de hoy insiste en que la fe cristiana está toda ella centrada en la relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Quien ama al Señor Jesús, acoge en sí a Él y al Padre, y gracias al Espíritu Santo acoge en su corazón y en su propia vida el Evangelio. Aquí se indica el centro del que todo debe iniciar, y al que todo debe conducir: amar a Dios, ser discípulos de Cristo viviendo el Evangelio. Dirigiéndose a vosotros, Benedicto XVI ha usado esta palabra: «evangelicidad». Queridas Hermandades, la piedad popular, de la que sois una manifestación importante, es un tesoro que tiene la Iglesia, y que los obispos latinoamericanos han definido de manera significativa como una espiritualidad, una mística, que es un «espacio de encuentro con Jesucristo». Acudid siempre a Cristo, fuente inagotable, reforzad vuestra fe, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria, la liturgia. A lo largo de los siglos, las Hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad con decisión hacia la santidad; no os conforméis con una vida cristiana mediocre, sino que vuestra pertenencia sea un estímulo, ante todo para vosotros, para amar más a Jesucristo.

2. También el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado nos habla de lo que es esencial. En la Iglesia naciente fue necesario inmediatamente discernir lo que era esencial para ser cristianos, para seguir a Cristo, y lo que no lo era. Los Apóstoles y los ancianos tuvieron una reunión importante en Jerusalén, un primer «concilio» sobre este tema, a causa de los problemas que habían surgido después de que el Evangelio hubiera sido predicado a los gentiles, a los no judíos. Fue una ocasión providencial para comprender mejor qué es lo esencial, es decir, creer en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, y amarse unos a otros como Él nos ha amado. Pero notad cómo las dificultades no se superaron fuera, sino dentro de la Iglesia. Y aquí entra un segundo elemento que quisiera recordaros, como hizo Benedicto XVI: la «eclesialidad». La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas. Los obispos latinoamericanos han dicho que la piedad popular, de la que sois una expresión es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia» (Documento de Aparecida, 264). ¡Esto es hermoso! Una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia. Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana, aire fresco. Veo en esta plaza una gran variedad antes de paraguas y ahora de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, la variedad reconducida a la unidad y la unidad es encuentro con Cristo.

3. Quisiera añadir una tercera palabra que os debe caracterizar: «misionariedad». Tenéis una misión específica e importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través de la piedad popular. Cuando, por ejemplo, lleváis en procesión el crucifijo con tanta veneración y tanto amor al Señor, no hacéis únicamente un gesto externo; indicáis la centralidad del Misterio Pascual del Señor, de su Pasión, Muerte y Resurrección, que nos ha redimido; e indicáis, primero a vosotros mismos y también a la comunidad, que es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de la vida para que nos transforme. Del mismo modo, cuando manifestáis la profunda devoción a la Virgen María, señaláis al más alto logro de la existencia cristiana, a Aquella que por su fe y su obediencia a la voluntad de Dios, así como por la meditación de las palabras y las obras de Jesús, es la perfecta discípula del Señor (cf. Lumen gentium, 53). Esta fe, que nace de la escucha de la Palabra de Dios, vosotros la manifestáis en formas que incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes culturas... Y, haciéndolo así, ayudáis a transmitirla a la gente, y especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el Evangelio «los pequeños». En efecto, «el caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador» (Documento de Aparecida, 264). Cuando vais a los santuarios, cuando lleváis a la familia, a vuestros hijos, hacéis una verdadera obra evangelizadora. Es necesario seguir por este camino. Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean «puentes», senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios. Sed misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, nos espera siempre y nos ama tanto.

Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Tres palabras, no las olvidéis: Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Pidamos al Señor que oriente siempre nuestra mente y nuestro corazón hacia Él, como piedras vivas de la Iglesia, para que todas nuestras actividades, toda nuestra vida cristiana, sea un testimonio luminoso de su misericordia y de su amor. Así caminaremos hacia la meta de nuestra peregrinación terrena, hacia ese santuario tan hermoso, hacia la Jerusalén del cielo. Allí ya no hay ningún templo: Dios mismo y el Cordero son su templo; y la luz del sol y la luna ceden su puesto a la gloria del Altísimo. Que así sea.

Fuente:  http://bocinasdepasion.blogspot.com.es/

 

Publicado 10/05/13

Misa con las Cofradías en la Peregrinación a Roma

 

 
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