Pregón 1999 |
Escrito por Administrator |
Jueves, 19 de Marzo de 2009 17:58 |
Pero, aunque eso nos complaciera, no sería ya apropiado y, además, quedó dicho en su momento con intención de permanencia. La distancia en que hoy me encuentro, no es mucha en el espacio ni en el tiempo, aunque su perspectiva es bien distinta y condiciona.
Dos son las originarias y antiguas parroquias de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Viveiro. Una, dedicada a Santa María, y la otra, a Santiago Apóstol. Ambas deben su existencia a ese intrépido Apóstol que, aún siendo solamente conocedor y buen conocedor del mar de Galilea, quiso ser el discípulo que llevó su misión a las más lejanas tierras y en las que desarrolló su tarea y De esos dos templos románicos, estilo arquitectónico tan unido al Camino de Santiago y por sus trayectos tan expandido, el correspondiente al Patrono de Galicia y de España no se conserva, pero el nacimiento y el desarrollo medieval de la villa son incuestionables y, por tanto, vinculados a la proyección que sobre toda Galicia ejerció el Sepulcro y la atracción de Santiago. Cuando fue puesto en tela de juicio el patronazgo de Santiago, uno de los argumentos esgrimidos por Don Francisco de Quevedo y Villegas, Caballero de la Orden, fue el débito que la España cristiana tenía con él por razón de la fe recibida a través de su predicación, protección y definitiva presencia. Cuando en el siglo pasado, el famoso Cura de Fruíme, parroquia del Concello de Lousame, redactó su novena al Apóstol que, con modificaciones y actualizaciones de estilo, es la que a lo largo de los años se ha seguido y todavía continúa vigente en la Catedral de Compostela, quiso advertir, en la introducción de la misma, una apreciación muy digna de considerar por todos los pueblos de España que, muy justa y acertadamente, veneraban y celebraban a sus santos patronos, y que es sencillamente ésta: sin Santiago no serian posibles ni esos santos ni sus patrocinios. ¿Sería posible una Semana Santa en Viveiro sin un Santiago Apóstol en las tierras de España y de Galicia? He aquí una interrogante pletórica de sugerencias y de inquietudes, que nos conduce a básicos planteamientos en torno a una religiosidad popular y a unos fervores y que, además, es oportuna en este último año Jubilar del milenio. En los antiguos textos de los Códices se dice que Santíago Zebedeo es, en verdad, nuestro padre en la fe cristiana, sin la que no podríamos celebrar ni en la intimidad personal y Familiar ni en las manifestaciones públicas y los misterios que son propios de ella y que tan entrañablemente unidos están al devenir histórico de nuestros pueblos. Ni las tradicionales procesiones ni las celebraciones litúrgicas serían realidad en nuestra vida religiosa, cultural y artística. Ni la imagen de Juan, el Evangelista, su hermano menor, ni los distintos pasajes de la pasión de Cristo, ni las diversas sensibilidades plasmadas en María, ni Eucaristía ni Resurrección, ni la Redención ni la nueva Pascua, pasarían por nuestras calles y por nuestros días sin un Santiago, marinero en Galilea y peregrino en Galicia, en España y en Europa, que hizo de la concha de vieira y del cayado pastoril símbolos para un vivir de los hombres en camino. En la Semana Santa de este año Jubilar parece obligado un especial recuerdo de agradecimiento a Santiago, primer testigo singular de Cristo, por ser uno de los más íntimos amigos, presente en momentos culminantes, y por ser el primero en derramar martirial mente su sangre por ser el misionero que alcanzó las más distantes tierras, por su proyección en toda Europa, consiguiendo que su Compostela y su Galicia fueran conocidas hace más de diez siglos, y por haber acompañado a los españoles que, de muy diferentes maneras, descubrieran y construyeron el Nuevo Continente. Me gustaría que todos estos pensamientos fueran acogidos por los lectores, viveireses residentes en la ciudad o fuera de ella, con semejante cordialidad a la que, hace un año, dispensaron a las confidencias entrañables y sencillas del Pregón pronunciado entonces, porque hoy, en estos apuntes, como ayer, en la solemnidad inaugural de la convocatoria, mis palabras pretenden el diálogo amistoso y humano, el que entablan los amigos sobre cuestiones que afectan a un interés común que, por el intercambio, se hace mas compartido. De aquí al milenio que llega, reafirmando aún más convicciones y creencias, costumbres y tradiciones, Viveiro y los viveireses, mirarán para San Roque y subirán para hacer la romería, desfilarán por sus rúas históricas y señoriales celebrando la Gran Semana y portando, con recogimiento y cristiano orgullo, las bellas imágenes de sus templos y Cofradías, manteniendo siempre en pujanza y como preciada herencia colectiva sus demostraciones de fe y de piedad que tienen sus raíces en un Apóstol, amigo del Señor y Patrono muy especial de Galicia. |
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